Aprendizaje, ¿Imitador o Emulador?

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Siguiendo el hilo del anterior Post, pasemos ahora a ver qué es el aprendizaje: «El aprendizaje es el proceso mediante el cual información (no hereditaria) es adquirida por el animal y almacenada en su cerebro, en su memoria a largo plazo, de tal modo que pueda ser recuperada. El aprendizaje es un proceso de adaptación individual de la conducta del organismo al medio.» (Mosterín 2009, p. 29). A través del fenómeno del aprendizaje podemos percatarnos bien de la diferencia entre especies y las distintas potencialidades. Por ejemplo, un ser humano puede aprender a trabajar su olfato y llegar a ser un gran perfumista, pero nunca llegará a tener el olfato de un can; el perro, por contra, podrá aprender a utilizar su potente y desarrollado olfato natural para trabajar en tareas de rescate con humanos. El hombre, por mucho que practique, nunca llegará a poder hacer lo que hace un can, debido a que carece de sus potencialidades típicas de especie. Por otro lado, el perro, por mucho que reciba instrucción, nunca aprenderá, por ejemplo, a leer y/o a hablar, puesto que no está en su naturaleza, carece de esas potencialidades naturales.

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Potencialidad natural en el perro (Canis lupus familiaris), el olfato.

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Así como la producción de bilis tiene lugar en el hígado, los procesos de aprendizaje se dan en el cerebro. Este órgano es el receptor de la información, el que la gestiona, la almacena y la modifica, entre otras cosas. La misma actividad cerebral relacionada con el aprendizaje, el uso del cerebro, y el uso y gestión de la información genera cambios en el propio órgano debido a su naturaleza, debido a que es un órgano altamente adaptativo, muy flexible, plástico.

En los procesos de aprendizaje hay distintas cosas a tener en cuenta. Una de ellas es el almacenamiento y gestión de la información adquirida, estamos hablando de la memoria. Esta capacidad es la que permite al sujeto retener temporalmente la información, almacenarla a corto, medio o largo plazo y, finalmente, recuperar dicha información cuando se requiera. Podemos clasificar, a grandes rasgos, dos tipos de memoria: la memoria declarativa y la memoria procedimental. «La memoria declarativa es explicita, consciente, y almacena información descriptiva sobre hechos y cosas. La memoria declarativa es fácil de expresar en palabras; de ahí que se le dé ese nombre. La memoria declarativa incluye tanto la memoria semántica sobre el significado de las palabras y las relaciones conceptuales como la memoria episódica de los eventos y las experiencias propias pasadas. […] La memoria procedimental es implícita, en gran parte inconsciente, y almacena información práctica de habilidades y procedimientos. Es la base de nuestros hábitos y habilidades. Es una memoria rígida, automática, inconsciente, difícil de verbalizar.» (Mosterín 2009, pp. 34 y 35). Los dos tipos de memoria no sólo son distintos, con funciones diferenciadas, sino que se almacenan en partes distintas del cerebro.

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En muchas ocasiones, un único actor (Gibón- Hylobates lar).

El aprendizaje también se presenta de distintas maneras, podemos distinguir el aprendizaje individual y el social. El primero, como su nombre indica, solo incluye un actor, el propio sujeto agente; el segundo necesita, al menos, dos sujetos, ya que se produce una transmisión de información de un sujeto a otro, de un cerebro a otro. Ya veremos cómo.

Las ciencias del comportamiento, la psicología y la etología, han descrito distintos procedimientos de aprendizaje individual tales como los aprendizajes no asociativos: la habituación y la sensibilización; los aprendizajes asociativos: condicionamientos clásico y operante; los aprendizajes en etapas críticas de maduración cerebral, como el imprinting; los aprendizajes ligados a conductas exploratorias; o el aprendizaje por ensayo y error (invención y descubrimiento).

En cuanto al aprendizaje social también hay distintos tipos: por imitación, por emulación y por instrucción. El aprendizaje por imitación es un aprendizaje que supera el aprendizaje individual y copia conductas ajenas. Este tipo de aprendizaje reduce los costes de aprender algo por uno mismo así como los riesgos del aprendizaje por ensayo y error. En este tipo de aprendizaje suelen copiarse fielmente las acciones con intención  de llegar al mismo resultado que obtiene el modelo o demostrador, incluso en aquellas partes del proceso que no son funcionales.

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Aprendizaje social, Vía Barth W.

Capuchino juvenil (Cebus libidinosus) mirando a un adulto (vía Barth W.).

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En el aprendizaje por emulación el desarrollo es algo distinto, el observador o aprendiz se fija en el resultado, que es lo que pretende emular, y el procedimiento para llegar al resultado puede ser semejante, más efectivo o menos, que el del modelo. En este tipo de aprendizajes se suelen desechar las acciones no funcionales. En estudios comparativos hechos con grandes simios (chimpancés, orangutanes y humanos), se ha visto que los humanos somos altamente imitadores, mientras que chimpancés y orangutanes son más emuladores. Es decir, nosotros copiamos todo el proceso, incluyendo las acciones no significativas, mientras que los otros simios se percatan de las acciones no funcionales y las abandonan en favor de una propuesta más efectiva, con lo que se ha concluido que ellos emulan más los resultados que los humanos, quienes tienden a copiar fielmente a sus modelos, sean buenos o no. Por último, está la instrucción o enseñanza. Este tipo de aprendizaje incorpora a la imitación refuerzos positivos, refuerzos negativos y correcciones. No queda claro que en grandes simios se dé la instrucción, aunque hay algunas evidencias. Por contra, en humanos es muy evidente. Nosotros reforzamos positivamente las acciones que queremos destacar, reprimimos y castigamos las acciones que queremos evitar e intervenimos en las acciones cuando queremos una corrección de las acciones.

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En el siguiente Post podrás conocer, por fin, el concepto de Cultura y todo lo que ello implica, ¡adelante!

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Bibliografía:
FERRETER MORA, José, Diccionario de filosofía. 4 vols., Ariel, Barcelona, 2001.
LECOURT, Dominique (dir.), Diccionario Akal de Historia y filosofia de las ciencias, Akal, Madrid, 2010.
MOSTERÍN, Jesús, La cultura humana, Espasa Calpe, Madrid, 2009.
Filosofía de la cultura, Alianza Editorial, Madrid, 1994.
MOSTERÍN, Jesús, TORRETTI, Roberto, Diccionario de lógica y filosofía de la ciencia, Alianza Editorial, Madrid, 2002.
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